jueves, 5 de julio de 2018

Historias que le harán estremecer - Alfred Hitchcock



En los 60/70 cuando los medios escritos marcaban tendencia y tenían importancia, convivían tres revistas semanales serias punteras: Destino, Triunfo y Gaceta Ilustrada. Era en ésta última donde aparecía, periodicamente, un relato presentado por Alfred Hitchcock, muy de moda por entonces gracias a sus continuos éxitos y que más tarde se presentarían, recopilados sin duda, en un volumen tipo de la portada.


Recuerdo una entrega donde un agente veterano acompañaba / ilustraba a un joven prometedor sobre una de las  pequeñas y múltiples martingalas / trampas establecidas a nuestro alrededor sin que reparemos en ello. Se trataba de visitar un supermercado cuyo responsable timaba a sus clientes: dejaba apoyada, inadvertidamente, al lado de la caja una escoba etiquetada, nueva, cuyo importe se cargaba sistemáticamente a todos los clientes, supongo que siempre a partir de un número determinado de productos.


Ahora los chorizos se han independizado y no roban ya para la colectividad o Empresa. Mantengo que existe un plan o complot generalizado para timar al cliente. Es decir, sostengo que los porcentajes de beneficio se han quedado cortos y no cubren, haciendo insostenible cualquier economía. 
Este es el truco actualizado. 


Visitado un supermercado de moda, como en el relato del rey del suspense, advierto el extraño comportamiento de un cajero inquieto y bullicioso, hasta el extremo que el vello de mis brazos se dispara y eriza como un aviso, en un ejercicio de alarma, de auto defensa. Lejanamente escucho ante el turno de cada nuevo cliente, por su parte, una especie de coletilla que a modo de disculpa se repite indefectiblemente.


Llegada mi vez, realiza la suma y tratándose de una compra en metálico, también me repite que no tiene billetes de cinco y por ello debe darme el cambio en monedas. Sin revisarlo, por las apreturas de una larga cola, sopeso tácticamente el cambio y ya advierto un escaso número de monedas. A la salida, llegado al estacionamiento, efectúo el recuento: a mi tambien me ha estafado un par de euros.




Canciones obsequio:





Con Jayme Marques descubrimos y nos iniciamos en un género musical lleno de sonidos nuevos, acercándonos lejanas musicalidades en una misión casi de campaña, a pie de calle, sin intermediarios, con un lenguaje atrayente, distinto; con matices y "texturas" que llevábamos dentro y nadie había conseguido despertar. Con su figura inquieta y tamaño mediano que se agigantaba en el escenario fue nuestro Jobim / Gilberto  del momento como perfecto embajador de los "originales" que no nos podíamos permitir. Luego vendría Veloso y para entonces ya teniamos inoculado el bichito. Muchas gracias!




martes, 3 de julio de 2018

Los 3 Días Del Cóndor - Sydney Pollack

Gana con el tiempo

Robert Redford, su personaje, es un mal funcionario que en lugar de dedicarse a completar la colección de los cromos Starlux, o, recoger puntos, para la promoción de las cacerolas Knorr de la época, se extralimita investigando a lo grande, es decir, se toma su trabajo en serio, estando penalizada como está, ésta actitud en el funcionariado, y pasa lo que pasa: que se encuentra con un jaleo descomunal, de proporciones siderales. Como además tiene potra, vienen los malos a poner orden en la Oficina, y, le pilla, yendo a buscar el desayuno que es lo más sagrado que tiene que hacer un trabajador de la Administración si quiere conservar el tipo y (en su caso) el pellejo.


Tras la pista


Falsa tranquilidad

A resultas de esta limpieza se escabulle, pero peor me las pones, pues entonces contratan a uno que en el Oeste sería Lee Van Cleef pero aquí lo ejecuta Max Von Sydow, que no veas como se hace el sueco, y se pasa toda la cinta detrás del rubio de oro dándole la vara. 


Una casa no es un hogar

Redford no es tonto, por algo es Redford, y se pilla a un rehén para camuflarse y esquivar la que se le viene encima, debajo y detrás. La casualidad hace que una jovencísima y mollar Faye Dunaway pasara por el cercano store, comprando cacharros para un fin de semana con un novio de relleno, y, le dice: venga, dejate de tonterias, llévame contigo y ya puedes llamarle y decirle que llegarás con retraso.


Ya no quedan cabinas y por tanto, llamadas anónimas

Se refugia en su casa y ya desde el principio surge la atracción. El apartamento es más bien justito, lo de la vivienda viene de lejos, y ya se ve que la escasez de espacio y estar al borde de la muerte levanta la líbido, como las situaciones más trágicas están próximas a lo cómico, y ella quejosa de sus malos modos e intuyendo su determinación le dice: No son maneras. El contesta: Acaso te he violado?. Y ella, muy perspicaz,  remacha: La noche es joven!.


Estas "visitas" se avisan


Estaba escrito


Coincidencias


Siete veces juntos