Un espacio inútil / intrascendente, para no iniciados, donde aparecerán canciones / películas antiguas que poco o nada interesan, y, pobrecitas, ¡que pena! hayan acabado aquí.
domingo, 3 de marzo de 2024
No hay siete malo y si, camino sin retorno (7)
El realismo mágico que no cesa (6)
Y se le figuraba este fénómeno harto complicado de explicar, como lo era achacar exactamente a que debiera ese calificativo, su literaruta preferida. Se diría que realismo quede justificado por la crudeza de los hechos narrados propios de la sociedad a la que retratan. Pueblos en tránsito, gentes de enonomías emergentes, en permanente expansión pero como en un bucle, siguen ahí, rehenes de su condición, lastrados por sus limitaciones. Personajes sanotes, más primitivos, menos evolucionados a diferencia de la literatura escandinava donde sufren similares penalidades, pero en un entorno exclusivo, más lujoso y sofisticado.
Por decirlo graficamente y con un ejemplo que entienda todo el mundo, en el boom sudamericano un personaje puede estar aquejado de golondrinos mientras que uno de Estocolmo, no.
Martín Martin, a tocateja, y Tin Tin Por Tin Tin, sin pelos en la lengua (5)
Aunque todo el mundo escondía su decepción y fracaso, la gente se mostraba feliz de puertas para afuera. En su interior, soportoban un hondo pesar, de tal manera que alguien pudiera haber afirmado que una fuerza superior los hubiera aparejado, en un caprichoso juego macabro, con el compañero / ra equivocado / a. Pero no era verdad, eran herméticos, incomprensibles, porque los varones rudos y velludos, en su mayoría, eran inexpertos en sexo y bricolage, y las féminas, habían sido educadas en la abstinencia, y, además, se concedían, como es lógico y natural, sin libro de instrucciones.
Por un momento, resumiendo, pensó: el problema es que se jodía poco, y, mal repartido, siempre lo hacían los mismos. Unos pocos, por eso.
El sistema parecía nutrirse de insastifacción y mala leche y se retro alimentara, persiguíendo el innoble objetivo de amargar la vida a la gente. Para conseguir su próposito utilizaba todos los canales a su alcance, siendo los más visibles: negar el sexo, declarandole la guerra, e ignorar / machacar al deporte.
De tal modo que los logros deportivos conseguidos, eran clasificados como hitos históricos pues se asumian pese al regimen, con toda la resistencia negativa del gobierno, y sus ganadores, en disciplinas de un solo participante, esquí, tenis, lo eran mucho más, por partida doble, pues tenian que vencer dos veces.
En cuanto al sexo, su no reconocimeinto más allá de la procreación, desembocó en un absentismo sexual, colocandonos a la cola de los paises de nuestro entorno y si se hubiera celebrado un campeonato o un test de rendimiento o efectividad, hubieramos acabado, muy merecida y ampliamente, en último lugar.
Para consumar estos fines, existía la figura del represor, y, rápidamente se demostró que el pais era proclive y muy eficiente en la especialidad del censor. Se cosechaban a millares, como setas por aquel tiempo, y de una calidad y durabilidad extraordinaria. Eran personas amargadas, reprimidas, que, encantados de haberse colocado, jugaban a ser Dios. Fumadores con dedos ennegrecidos y aspecto enfermizo, pero muy duchos a la hora de cortar secuencias en las peliculas de la época, o, prohibir cualquier tipo de publicación picante o atrevida.
Era tanto su afán en cuidar la integridad y decoro de sus compatriotas, que, en un exceso de celo, mutilando escenas a troche y moche, conseguían el inesperado resultado de alterar la trama, de tal modo, que, por tapar un adulterio, a veces convertían el desarrollo de la historia en un incesto. Y sin pestañear, se quedaban tan panchos.
Hay que decir que se venía de ganar una guerra. Y tu no te montas semejante jaleo para acabar gestionando la victoria como desearía tu adversario. Se gobernaba, abiertamente, sin complejos, con un par, en contra de la gente. O siendo más suaves, el personal era lo de menos. En aras de no se sabe muy bien que principios se ejercía el mando, con otros fines, con otros intereses.
El ser humano era una herramienta, una diana mobil donde abocar el desprecio y el resentimiento y estaba tan devaluado, que ya hubieran querido tener los derechos y la vida que disfrutan los animales de hoy. Las personas rivalizaban en sus vidas con los perros de entonces.
Artemio López-Reverse (Derechos Embargados)
Ojo de Tigre y otras Ágatas Ortiz de la Cosa (4)
Neófito en la escritura y consumidor de literatura de oidas, este hecho le había trastocado, transformado, sintiendo la imperiosa necesidad de "explicotearse" que era, según él, un grado más alto, una manera más directa y contundente, de explicarse. Y lo hacía, apremiado, mediante estas cuartillas que trataría de salvar, en esa encrucijada cuyo incierto final estaba por resolverse.
Un piropo si, un simple y triste piropo era todo el motivo de sus males. Una lisonja que además llevaba el ingrediente biblico del pan, que, solo por su indespensabilidad, debería ya constituir un atenuante, y, ser, suficientemente disuasorio para no querer buscar más pies al gato: ¡ estás para mojar pan ¡ exactamente, recordó.
Y alegó en su favor, que hombres como él, amantes entusiastas del sexo contrario, deberían estar protejidos, sino subvecionados, por los organismos gubernamentales pertinentes como se salva a las ballenas, o a los osos de cualquier latitud y pelaje.
Argumentó en su defensa la no voluntariedad de su condición. Es decir, no había premeditación ni por supuesto alevosía en su necesidad de relacionarse con el sexo femenino, lo cual le resultara recomendable, propio y hasta conveniente. En una palabra, el no tenía culpa de pertenecer, quizás por haberse criado con pecho materno, del denostado gremio al que "le gustaba una escoba con faldas".