viernes, 3 de abril de 2020

Usos y costumbres / Desayuno en la cama



Uno de los gestos más mitificados por las personas que intentan resultar epatantes y mostrarse ridículamente exquisitas, ellos dicen guays, es la monstruosa escenificación de trasladar el desayuno a la cama. Ese ritual o adorno que acompaña a las relaciones sociales pretendidamente diferenciador, como un claro exponente de la cortesía, caballerosidad y siempre, según su criterio, del buen gusto. 

El cine en su permanente creación de sofisticados clichés, ha contribuido a ello, necesariamente, ayudado por la dubitativa evolución del ser humano, que en su similitud al primate, copia y adopta, irracionalmente, cualquier comportamiento. Lamento ponerme tan serio, pero el tema se las trae. 



Máxime, cuando no asisten razones que lo recomienden ni justifiquen. Ni higiénicas, ni practicas o confortables. Analizemoslo. Esta postura, semi incorporados, con la espalda apoyada en la almohada, solo es apta para adoptarla el tiempo justo de ingerir un medicamento. Por otro lado, al tener las piernas estiradas, o semi sentados, formando un cuatro, perdemos toda capacidad de movimiento y, transformados en patosos muñecotes, toda nuestra atención se centra, malarabaristicamente, en no verter los líquidos que deberíamos disfrutar. 



En base, nada más, a una trasnochada galantería que nada se acompasa con los tiempos. Hoy que las féminas se han incorporado al mundo laboral desempeñando puestos de relevancia y percibiendo retribuciones superiores a sus parejas, no tienen necesidad de escenificar esa comedia. Si verdaderamente el galán quiere demostrar su dotes, satisfaciéndola en lo más íntimo de su ser, sorprenderla y ganársela es adelantando la colada, separando por una vez, bien por colores, o yendo en solitario a realizar la lista de la compra al Supermercado.

Ensalada Eulalia, Conchita o Aurora



Por esto mismo que comentábamos, actualmente, si no te diversificas eres hombre muerto. Con los conocimientos básicos anteriores de bricolage que abrían puertas y orificios, hoy no haces nada. 
Si, además, de natural no bailas por tradición familiar, es decir, no tienes dotes para la danza y no has seguido, ocasionalmente, unas clases de perfeccionamiento, ni te desenvuelves con naturalidad con los ritmos latinos en todas sus variantes, eres un total inadaptado, un perfecto dinosaurio.

Como puedes maquillar tu irregular situación y actualizarte, minimamente? Con inglés sólo no basta, este idioma ya se te suponía, Hay, por tanto, que cocinar. Cocinar, marranear más o menos, mejor o peor, es el salvoconducto que levanta barreras sociales, llevando, directamente, a la gloria.



Contar con cierta predisposición culinaria, no hace falta ser paellero menor del reino ni tener canal propio en YouTube sobre la materia, te "jamesbonniza", te proporciona un plus, un ventajoso atractivo, que te catapulta al centro de la reunión, convirtiéndote en el alma de la fiesta.

Para ayudarte a soltarte un poco hoy te propongo un plato fácil de ejecutar. Es una ensalada, que siempre queda bien. Me hubiera gustado llamarla Claudia o Juliana, pero éstos nombres romanos, tan guays ya están pillados para otros menesteres, y tirando por los exótico: Abisinia o Troyana, tampoco están mal, pero no merece la pena irse tan lejos y complicarse la vida.

Lo bueno de este plato es su dicrecionalidad. En ningún lado se recogerán sus ingredientes como mandamientos y eso abre todo un universo de posibilidades ayudando además a bajar costes.



En mi caso, aprovechando un arroz hervido de base con una lechuga troceada en cachitos pequeños, no como sale a mogollón lavada de la bolsa, zanahoria también a pedazitos, una manzana borde que andaba por casa desde que te mudaste a esta nueva dirección, un tomate a punto de pudrirse, pero recuperado justo a tiempo para el servicio, con trozos de pimiento rojo para darle color y 4  aceitunas rellenas (sobrantes después de hacer el vermouth). Si tu circunstancia personal te lo permite y tu nevera te lo ofrece, unas láminas de queso manchego previamente pasado por aceite de oliva será tu toque personal.

Y en cuanto al nombre, definitivamente, bautizalá con el de la persona que te acompañe.


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