Un espacio inútil / intrascendente, para no iniciados, donde aparecerán comentarios, canciones / películas antiguas que poco o nada interesan, y, pobrecitas, ¡que pena! hayan acabado aquí.
El Jefe es el clásico pijo venido a menos. Presume de comprar los cds, como los nuevos ricos, por la consonante entera. Lo explico: entra en un "Store", -las tiendas para Él, no existen-, y dice: póngame todos los de la M. Y claro le caen, como buenos, los Herbie Mann, y, alguno más, y se lamenta de que le entren, en el lote, Gus Mancuso y las chicas Mann singers. Pues, gilipuertas, adquirielos como todo Dios. Uno por uno, y, mirando quien sale, y, que tocan. Si aparece la palabra Suite, o, las canciones troceadas, en parte I, II o III, ni los toques.
Saca pecho de haber pisado la Vigin de París, y, la foto que tiene de Tower Records en Picadilly, le cogió en día festivo. Ele, tus huevos!
Ahí va, oportunamente, el único chiste que se: dice que, en una casa de discos, un cliente avezado se interesa ante un vendedor inexperto: tienes algo de Corea? Le inquiere, refiriéndose a Chick. Y el pardillo le contesta: sí, mira en World Music. (Música del mundo, países satélites).
Es un fantasma. Un fanfarrón y un fantoche. (Si alguien conoce algún calificativo descalificador que empiece por f, que lo pase. Fracias!.)
El Jefe, ¿quien si no? se hace el gracioso. Cuando nos abandonó Lauren Bacall, a propósito de repasar su trayectoria, se jactaba de haber cogido el sentido del "gag" del inglés, que se suscitó en la entrega del Oscar honorifico a su carrera. Al recibir la estatuilla, exclamó: Por fin, un hombre!. (Pues como todos deberíamos saber no volvió a casarse después de su matrimonio con HB. (Humphrey Bogart, nunca se como se escribe, y, mira que me se Casablanca de memoria.)
Y lo repetía, y lo repetía. Coño, para ya! Que ya lo hemos pillao. (Hay momentos en que pediría la cuenta y la puerta, con un gusto, tú, que no veas).
(Para empezar habría que poner una limitación a ser rico, no se puede amasar dinero obscenamente a perpetuidad. Cuando como dicen los tertulianos, puestos a cubierto, con la que está cayendo).
Por mis comentarios ácidos y quejosos, es posible, que de la impresión de que soy un envidioso o un resentido social.
A ver, a mi, me revienta la injusticia por la injusticia. La injusticia "per se". Que tiene que haber ricos, que los haya, (haiga está mal dicho) pero dentro de un orden.
Pero, hombre, que sean adinerados con cara y ojos. (Y manos y pies). Presentables.
Unos ricos decentes, aunque sean palabras opuestas, pero, un tío que tiene que llevar un spray para el aliento (malo) y, que, cuando baja del Percebes Ven, te cae el alma a los pies, y, piensas, como las marcas automovilísticas punteras no seleccionarán mejor a sus clientes para no caer en este descrédito.
(Traigo a escena esta portada con la seguridad de que no dice nada, o prácticamente, como ejemplo de lo que no se debe hacer; cuando la imagen tiene tanto valor, y más sabiendo que Troup tenía como pareja a Julie London, y bien podría haber utilizado una foto de ella, aunque fuera haciéndose las uñas. Machismo residual.)
Ha llamado. (El Jefe, claro!) Que como va todo, y, que, como andamos financieramente?
La expresión nos sobrepasa. Es un eufemismo, por decirlo suavemente.
Tiene que haber un giro gramatical que englobe y defina al hecho de preguntar algo cuya respuesta tu ya conoces, pero la formulas, a sabiendas, con la esperanza de que te contesten engañosamente en tu provecho, a tu favor. Una extensión de retorica, para entendernos. Como existe axioma, retruécano o sinécdoque. (Sólo nos salvaremos por la gramática y la ecología. La primera nos hará más pulcros / aseados y la segunda más longevos y respetuosos).
Andamos con lo puesto, mientras el Dow Jones va dao, a lo suyo, se pone por las nubes, pa' llevarnos la contraria.
Hacía como que se le cortaba la conexión, y es que con esta permanente crisis, al no dejar rastro el móvil, muchos se apalancan en casa, sorbiéndose los mocos, y, cuando les llamas, hacen ver que están en Mallorca o en Ibiza a todo tren (barco).
(Seguimos con la serie: Los comentarios son flojillos, lo bueno es la música, hermano!)
Debe su precaria situación económica (el Jefe, claro) a un par de pelotazos cuando la época prodigiosa; actualmente tira de la exclusiva de haberse acostado con unas famosillas, dos (presuntamente) putillas, que, mandan huevos, dé dinero ir revelando a tu compañera de cama, y, yo juro, por Dios, que si pillo a alguna, sabré guardar el secreto. Por estas!
El tío, (siempre me referiré a el Jefe en estos términos despectivos y con el desprecio que su cargo y su persona merecen) coge, se larga y ya te apañarás. Como pasa en todos laos.
Él a figurar, a salir en la foto (ahora selfi), y los demás, a sacar la faena.
El teléfono no para. Con esto de los dos blogs que lleva particularmente, le han salido unos patrocinadores. Uno, de postizos y bisoñés, y el otro más fuerte, de productos abrasivos para pulimentos y abrillantamientos de suelos, mayormente.
Que se ve, que les sobra el dinero. Digo yo!.
Que me lleve unas muestras gratuitas! No te jode, como si fuera jamón de bellota. Fulgen.
Empezamos, aquí y ahora, una music story-experiencia, también, como Jaki, de ir presentando música, eso sí, poco manoseada, y aunque, todo está inventado, diferente. El texto es excipiente, es lo de menos: lo bueno es la canción que va de regalo.
"Por su música los conoceréis", suena a sentencia profética pero algo hay de verdad en ello. Imagina un amante de Albinoni (Tomaso), un seguidor de The Ramones o un entusiasta coleccionista de posters de Emilio el Moro y tienes, sin duda, tres perfiles humanos bien diferentes.
.ooOoo.
El Jefe se ha ido, con el desparrame de los preparativos de las Fiestas, (bonita excusa) y me ha dejado a mí, Fulgencio, del latín fulgens, (brillante, resplandeciente) para servirles, al cargo de todo esto.
"De los comentarios te cuidas tú" me ha dicho, como si responder a ellos, si los hubiera o hubiese, fuera tan fácil, con el nivelazo que hay en este blog.
Y, ya, me estoy viendo ante preguntas embarazadas / zosas de, si esto lleva oboe o piccolo; y a mí que me cuentas, que más te da, tu escucha, y, a Dios muy buenas. Pura vida. Fulgen.
Nos llamamos, es decir, somos la Empresa "Ful Services" (jugamos con el Ful mío, de Fulgencio, más el inglés, como prueba de modernidad.) siendo nuestro lema: "Doble x Mitad" que significa para los curiosos, que siempre los hay, mitad de barato por doble de rápido.
Como gancho habíamos pensado en "El caminomás directo," que desechamos, como tampoco triunfó: Es un pájaro, un avión, es... Ful Services, donde aparecía un dibujo de un Superman de barrio, con la greña en la frente pero luciendo en la camiseta una grandota F.
Nuestra imagen corporativa, pues tenemos también imagen (y vaya si cuenta!) es un octógono que se sustenta por un vértice de dos lados (no os preocupéis, si lo vais a entender) vamos!, es la figura calcada de un Yin Yang y sus ojillos, con el dibujo de las dos mitades y todo, pero en octogonal, y, las partes están troceadas / serradas como se divide o dividía una moneda antigua para hacer sendos cursis llaveros.
En color blanco y negro que es neutro, da seriedad y quedas bien, como recomendarían en El Turista Accidental. Por cierto, recordáis haberla visto?.
Siguiendo el tema central y la razón de mi existir, como paciente observador de la sociedad, habíamos coincidido en que la estupidez humana rebasa todas las proporciones imaginables, como lo demuestra la aceptación generalizada del verbo "flipar", por citar un indicativo del lenguaje, que justifica, y, señala el baremo / predictor de la situación deficiente que nos ocupa.
Hay más, todos tenemos a mano situaciones, hechos, que ilustran ésta manía mía, este caos que nos gobierna aderezado con inventos imposibles, y, útiles sofisticados, totalmente prescindibles.
Les presento esta moda que nos invade que desbanca al barrer tradicional, por unos aparatos ruidosos como secadores de pelo para leones, que no absorben, no chupan, (que bonito es el verbo chupar siempre que lo conjugue otro y seas tú el conjugado) y, solo, levantan y trasladan la suciedad, el polvo, (que bonito.....!) de lugar, consiguiendo acabar con el antiguo y pedestre oficio de barrer.
Ya no quedan barrenderos al uso, de aquellos que cuando llegaba Navidad se pasaban por tu casa con la tarjeta con gorra de plato, deseándote Buenas Fiestas, y, ni tan siquiera eran de tu zona, ni posiblemente fueran de plantilla, y se cruzaban en el rellano con el farolero y el sereno, en un festival de humildes servidores de la sociedad.
Ahora tenemos técnicos en dispersar la broza, un ejército de insufladores, costosamente equipados, y, que quieren que les diga, eso es matar moscas a cañonazos.
En La Gran Impúdica, Pitigrilli describe al presidente del Jurado del Premio Pillacchera, como ex diputado, director de El Látigo, hoja batalladora que salía irregularmente a intervalos de seis o siete meses, cada vez que sentía la necesidad de "poner a alguien en la picota" y guardando las distancias, algo parecido se podría pensar de mi, por mis aportaciones intermitentes a este blog.
Hubiera valorado, con gran estima, un comentario sobre alguna de sus entradas, una reflexión, una precisa rectificación, incluso una airada queja, pero entiendo que debido al escaso número de visitas cosechadas por el poco interés que despierta, es su lógica consecuencia, según explicaría cualquier aprendiz en estadística y la relación directa con sus porcentajes.
Y no me extraña, pues gestiono dos blogs más, con mayor afluencia de usuarios y algún que otro declarado seguidor, y tampoco tienen fruto. Existen demasiadas cosas en donde emplear el tiempo y éste, se hace escaso; se acorta. Vuela.
Este blog ya tuvo un nacimiento difícil, y su parto, precisó fórceps. Nació con la presuntuosa idea de hablar de cine, como si el Séptimo Arte fuera materia explicable, más allá de las anécdotas y curiosidades de los rodajes, y, siempre, que las desgranen sus implicados o gente cercana al mundillo que lo merodea.
Ahora los cine-fórums están demodés y los coloquios televisivos sobre grandes películas, en otro tiempo constituyentes de un género per se, recuérdese a La Clave con JL Balbín, y JL Garci también tuvo, posteriormente, algo parecido, están condenados al fracaso; directamente: no interesan. Pronto tampoco funcionarán los filmes en si mismos, pues por un lado los reportajes explicativos de como se hicieron (making off ), y por otro, los tráileres completísimos promocionando su contenido, restan la magia y de paso, disipan las ganas de visionarlos.
El revolucionario invento del video doméstico donde asistías al video-club con tu pareja y entre disputas, decidíais la elección entre "Flor de Otoño" o "Murieron con la botas puestas" para visionar en la intimidad de tu hogar, sin tener que desplazarte al cine, evitando así, la incomodidad y el gasto que ello suponía, quedó ventajosamente mejorado por la aparición de las plataformas cinematográficas (Streaming On-demand).
Un cine sin fin, sin tener que volver al video club, en un plazo pre-fijado, a retornar la película escogida, con el fastidio que ello conllevaba.
Doble mal negocio. Con la primera innovación ya habíamos matado el gusanillo (perder la costumbre); rompiendo la liturgia de disponernos en cuerpo y alma a abrazar los dones que visionar, Sensurround incluido,una película en una sala creada para tal fin, nos aportaba.
Con el segunda y definitivo (esperemos) avance, ascendimos al estado contrario a morir de éxito, que es palmar por saturación.
Alguien tendría que poner orden y avisar a estas compañías que paren máquinas. No se trata de confundir cantidad con calidad. Mejorar su oferta permanentemente y agrandar su catalogo inabarcablemente no supone una ventaja para el espectador. Más bien al contrario. Según sesudos estudios realizados al respecto, el tiempo empleado en la selección para elegir un producto excede al dedicado a la visión del mismo. Es decir, pasamos más tiempo buscando que viendo. Lo cual es una verdadera pena y un derroche inútil.
Es aquí donde se hace necesario un Ambrosio, que, compagine su labor de mayordomo-chófer, rastreando para nosotros como un sabueso, según nuestras preferencias, un film interesante entre la vorágine de títulos en cartelera.
Una egregia profesora viuda, ya jubilada, que por circunstancias de la vida ha estado privada de lo "dulce", de la parte placentera de su existencia, en un régimen estricto sin prescripción médica, al final próximo de sus días, no quiere morirse sin hartarse de azúcar y decide, a última hora, probar las natillas. Y ya puestos, se atreve con los melindros, los hojaldres, las yemas de Santa Teresa, los bizcochos, los sobaos, los mazapanes y polvorones fuera de temporada, dándose un festín, un atracón, con todas esas especialidades que engrosan el variopinto catálogo del mundo de la pastelería / repostería.
Y para ello contrata a un guapo profesional experto en los secretos de la más diversa bollería.
Bien, después de ésta pintoresca introducción vayamos directamente al grano. Todos somos Emma Thompson. En alguna medida. Todos llevamos, quisiera creer para no sentirme estafado, la asignatura del sexo aprobada por los pelos. Con un cinco raspado, en la mayoría de los casos. Es verdad que siempre hay algún empollón, e, inevitablemente, se cuela algún diez con matrícula de honor. Pero me parece que son, como en el mundo estudiantil, los menos.
Por incompatibilidad o ineptitud manifiesta. Por inexperiencia. Por esa educación pudorosa, generacionalmente, heredada. Absentismo. Inapetencia. Cotidianidad. Hastío. La cantidad de razones para que la cosa no funcione, son infinitas y de índole variada.
Aquí, la buena de Emma, ya mayor, pero no gastada, con el encanto de una persona bondadosa, libre, independiente, fiel a su criterio decide enfrentarse a la mayor prueba pendiente de su vida. Y se comporta desempeñando el rol reservado, comúnmente, al hombre.
Con una ternura infinita. Sin dejar de ser profesora juzgando los adjetivos gramaticales empleados en el léxico de su accidental pareja, (empíricamente) ni madre, atendiendo el teléfono de sus hijos que interrumpen con sus problemillas, su inconfesables encuentros.
Se desnuda de la forma más difícil, interiormente. Abiertamente.
Explicando, con humor, el fracaso de las relaciones rutinarias mantenidas con su esposo en una misma postura mecánica, insatisfactoria, prolongada durante 30 años. Y enumerando, como en una lista de la compra, sus deseos sexuales a consumar.
No quisiera restar interés ni desvelar el intríngulis de la cinta con mis comentarios sobre esta película, pero como prueba de autenticidad y verisimilitud añadiré una anécdota al hilo de lo aquí expuesto.
Durante mis años de comerciante al menor y desempeñando casi la función de psicólogo que ejercíamos con una estable clientela, había lugar para todo tipo de comentarios y a veces las conversaciones derivaban a causa de la actualidad en la temática del sexo.
En esas que una clienta de cierta edad me confesó amargamente no haber sentido nunca un orgasmo.
Aturdido y superado por esa incomoda situación: opté por restarle importancia. Como diría un político actual, está sobrevalorado y le dije: "No se preocupe, no se ha perdido gran cosa" y no sabiendo como acabar, ilustrándola, añadí: "Es, cómo le diría yo?, como la picadura de un mosquito". The End.
Recuerdo con nostalgia aquellas ediciones de libros como el presente, cuyos autores, impelidos por un espíritu de bondad y amor por la enseñanza, tenían la buena costumbre de incluir, sin venir muy bien a cuento, una tabla de palabras escritas erróneamente, con un defecto gramatical común, y en la columna de enfrente presentarlas enmendadas, escritas ya correctamente.
Explicaban la norma y enseñaban su idónea escritura. Siguiendo este ejemplo, propongo, trasladándome a ese pasado remoto, aclarar hoy qué palabras se escriben con "g" o "j".
La norma dice textualmente: Se escriben con J y no con G, todas aquellas acabadas en "aje".