Los Fantásticos - La televisión
Hubo un tiempo en que la publicidad televisiva era, sino bien recibida, al menos admitida, soportada, y recuerdo a mis hijos en edad infantil, disputarse el mérito de acertar, entre risas, el nombre del producto o la firma anunciante del siguiente anuncio en orden de emisión. Hasta aquí todo normal.
Ahora porque todo ha cambiado, ya no hay paciencia para nada, todo nos molesta, estamos cabreados o una mezcla de todo ello, los comerciales se hacen insufribles de tal modo que en determinadas plataformas una cuota o subscripción te exime de padecerlos, lo cual demuestra, a todas luces, sus efectos nocivos o perniciosos.
Unas campañas demasiado repetitivas anunciando hasta siete marcas de coches diferentes seguidas, o un mundo idílico dominado por cerveceros, alternados con unos mensajes protagonizados por exclusivamente guapos / as, poco creibles, alejados de los consumidores reales, hacen que ese tiempo de espera de algo que nos interesa, ya de por si molesto, como decía Fellini, no se puede interrumpir una emoción, se haga insoportable.
Existe el paliativo de comunicarte el regreso con la continuación de tu programa favorito en determinados equis minutos y yo me pregunto, llegado a este punto, señores anunciantes, son conscientes de que a este paso la inutilidad de su esfuerzo económico.
En mi caso, me protejo como puedo, con la tecla mute, la más utilizada de mi mando a distancia, y los dejo pasar sin volumen lo cual suaviza y facilita, en mucho, su ingesta. Aprendido el camino, he hecho extensivo esta sistema a toda la programación en antena y la sigo sin voz. Solamente la activo, en determinados pasajes, si detecto algo realmente interesante.
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