En el Siglo pasado, para incentivar las capacidades humanas aplicadas a la Empresa, estuvo de moda, periodicamente, un ejemplo de iniciativa y efectividad representado en la figura de un soldado semi desconocido, (Rowan) sin rasgos sobresalientes, pionero de los actuales repartidores, capaz de entregar un mensaje a García; General insurrecto, con ubicación desconocida y en medio de una contienda guerrera desarrollada en la sierra Cubana para mayor dramatismo. En aquel tiempo, sin movil y por tanto sin GPS, como es fácilmente comprensible.
Los candidatos requeridos, los más buscados, los hombres del momento -era un mundo de after shave y cazalla- tenían que ser, siguiendo este patrón de Elbert Hubbard, disciplinados, eficientes, resolutivos. Que sintetizaran, en una palabra, ese espíritu.
Guardando las distancias y en una coyuntura diferente, propongo un ejemplo, para futuras generaciones, como emblema, esta vez, de racionalidad.
Sucede que en un despacho arquitectónico y de diseño de interiores, tan estrictos, tan puntillosos, con los milimetros, los números y sus decimales, han hallado un contrapunto a la Ley, la norma, la regla, y en determinadas circunstancias, tratándose de soluciones menores, consultando y tomando en consideración lo que opine la señora de la limpieza, Paquita.
Es decir a esa verdad teórica, cartesiana, geométrica le aplican la regla del nueve, enfrentandola con la cruda realidad del destinatario final, el usuario.Ahora para describir lo sencillo y directo, lo práctico y confortable se recomienda lo que elegiría Paquita.
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