Un espacio inútil / intrascendente, para no iniciados, donde aparecerán comentarios, canciones / películas antiguas que poco o nada interesan, y, pobrecitas, ¡que pena! hayan acabado aquí.
Siguiendo la campaña orquestada por los informativos, que a falta de noticias, quieren conseguir, a toda costa, un noticiable verano caluroso, la moda del pantalón corto imposible puebla el paisaje, por oleadas, como un inmenso campo de candeal granado y reventón, de portadoras de esta indumentaria justa, mínima, apretada, como si quisieran, premeditadamente, estrangularse por las ingles.
En una marcha silenciosa y reivindicativa tras el protagonismo robado por un invierno desabrido y malcarado.
Cuerpos de todos los tipos desfilan en el derecho anterior al sufragio universal primitivo, a lucir la parte donde la espalda pierde su nombre, aprisionadas en pantalones rasgados, deshilachados, a jirones, como se improvisa la confección de un estandarte de libertad en la vorajine permisiva del casual wear.
En a todas luces un acto inocente, menor, de baja intensidad, (como si lo que hacen las féminas no albergara repercusón y transcendencia) que considero de erosión y desgaste, cuando no una explosión de rebeldía y subversión.
Y el Fondo Monetario Internacional (FMI) ajeno a esta guerra incipiente, no declarada. Fulgen.
Todas las teorías negacionistas en cuanto a la igualdad de sexos quedan encalladas, sino totalmente desmontadas, ante este documento, nuestra portada de hoy. Es la prueba concluyente, "la pistola humeante" del asunto.
Nada se puede hacer para borrar el sentimiento reinante en un pasado no tan lejano para dar lugar a una composición como ésta, de 1959.
Se comenta por si sola, pero en aras a completar un billete* presentable, no de ganarme el sueldo, abundaré un poco en su explicación innecesaria.
Siempre se ha vivido acorde a los tiempos. Es decir, mal. En ese tiempo había tantas carencias que la desigualdad femenina era otra más. No había trabajo ni para los hombres y las mujeres aceptaban, de mal grado, seguramente, el papel de segundonas que les atribuia el ser amas de casa.
Tampoco entonces podíamos compranos un piso, permaneciamos aislados del mundo y nadie (muy pocos) se comía una rosca.
La cosas mejoran por un proceso evolutivo natural y gracias al esfuerzo de unos pocos hay una revolución constante y permanente, pero ay! retrocedemos en el mismo grado, en alguna medida.
Traigo aquí la portada de "Suecia, infierno y paraiso" para resaltar como una sociedad avanzada, ejemplo y referente, también tenga lagunas, puntos negros, y sea un país, teniéndolo todo de cara, según parece y sorprendentemente, con un alto incide de suicidios.
(* Tengo leído a Umbral y después a Raúl del Pozo referirse asi para nombrar su columna diaria. Deduzco que en un principio cobraban por este trabajo un Billete y de ahí el nombre por su equivalencia.)
El gran esfuerzo ya está realizado, hecho. Toda la energía creativa estira lo suficiente para completar el título. Y se condensa en él. No hay más, no da para más. De todas maneras, sería un esfuerzo estéril pues la gente, la masa, el mogollón, se queda en los prolegómenos, en las cercanías, en la anécdota. Nadie tiene interés en profundizar sobre el tema. No hay tiempo, ni ganas. Computar todo el spam que recibimos y sobrevivir a él, es un trabajo, un esfuerzo, un reto.
Nos hemos congregado, queridísimos hermanos / hermanas para lamentar, celebrar al inverso, que no haya información relativa a esta disco, a éste interprete, nada. Ni sobre su banda. Es como si alguien se hubiera tomado el ímprobo trabajo de borrarlo. En este caso, de silenciarlo.
YouTube, ese gran agujero negro que nos sobrepasa varios pueblos y galaxias, no da razón: no está, ni se le espera, y toda la ingeniería internista, los cuatro jinetes del Apocalipsis, no saben / no contestan. Te encaminan, ineludiblemente, a Raymond Lefèvre presentándolo como un Caín que hubiera usurpado su sitio a Abel. Mimetizándolo, absorbiéndolo.
Es el inconveniente de apellidarte como un famoso que haya destacado en una rama del Arte. Si te apellidas Cervantes, un suponer, no te dediques a la literatura, ni en minúscula. Pon un mesón, aunque ahora, tampoco.
Dado su silencio, su escasez de datos, pistas, info, lo convierten en más atractivo y valioso.
La gente contacta conmigo en Wallapop interesándose por la disponibilidad de un artículo y tras mi respuesta afirmativa, decrece su deseo en poseerlo y declinan su compra. Es decir, entiendo que les interesaría si ya no lo tuviera, si se hubiera vendido, si fuera imposible conseguirlo. Somos así. Así somos.
A mi me sucede los mismo con Michel Lefèvre, con su disco, que parece un alias, un nombre falso, trampa, buscado para la ocasión y burlar como solía pasar tantas veces, las obligaciones contractuales exclusivas con las discográficas, tan avaras, cuasi voraces, que obligaban a grupos tan exitosos como Beatles a realizar conciertos y patearse el Globo Terráqueo para hacer caja, pues con su masiva venta de discos no conseguían ingresos, prácticamente.
Tiene la foto de nuestra anhelada portada un blanco y negro delatador, muy de los sesenta, finales de los 50, y se aprecia una uniformidad en el vestuario de los integrantes del grupo como signo de pulcritud y buen gusto impulsada por las exigencias del momento.
La canción estrella es Kilimandjaro, nada, al parecer, con Las Nieves del Kilimandjaro éxito internacional del cantante francés Pascal Danel en 1967 y esto tendría que ser suficiente para acreditar que la grabación tendría que ser anterior, como la de André Popp / Pierre Cour grabada en el 1961 y con una sospechosa "d" en el nombre para evidenciar que estamos en otra cosa.
Incluye además este EP, rabioso formato de esos años, un Pasodoble (la Fete Espagnole), un Tango (Chispazo), un Cha Cha Cha (Ábreme la puerta) y el mencionado Slow Rock para contentar a todos los públicos.
Entre las desastrosas noticias políticas diarias y las de castástrofes naturales propiamente dichas, se ha colado, en el apartado modos y costumbres con que suelen rematar los informativos, el hecho que, recientemente, solamos destinar una parte de nuestro gasto a compras menores, prescidinbles, invertidas en objetos y enseres totalmente inncesarios, calificándolos por su escasa cuantía, como gastos hormiga.
A mi me parece desacertado este nombre pues hasta ahora tenía asociada esta imagen al ahorro.
Ese trajín laborioso de insectos, ordenadamente, llevando insignifantes "nadas" a lomo, para la inevitable hibernación, define muy bien lo costoso que es ahorrar para aquellos cuyos ingresos, conociendo su origen inmaculado, están perfectamente claros, declarados.
Creo que deberían llamarse más bien gastos oruga o tortuga. En el primer caso porque como las larvas de las mariposas y las polillas dañan también, calladamente, la pequeña cosecha que es nuestra economía. Y en segundo porque como el caminar lento y torpe de estos simpáticos reptiles, no conducen a nada, no van a ninguna parte.
Es legendaria la existencia de este personaje que no tenía rostro hasta la aparición de Rowan Atkison dando vida a Mr. Bean, dibujando un retrato entre malvado y torpe, tal vez, grotesco, pero, en cualquier caso, inconveniente por sus efectos devastadores.
Pero su existencia es anterior, tiene varias categorías (especialidades) y, adopta muchas caras en infinidad de repetidas identidades.
Lo primero que llama la atención es que su aspecto no le delate, lo cual es, de inicio, preocupante. Ni un síntoma, ni un gesto, ni una mínima expresión dan muestra de lo letal que resulta.
Suele ser una persona apocada, discreta y conciliadora. Es decir, su actitud y presencia, junto con su modus operandi, viene a ser un disfraz, como lo es el dibujo en la piel de la serpiente o el tono del tigre, que se confunden integrados en el paisaje.
Se caracteriza porque no tiene prisa. Su misión desafía al tiempo, que es su mejor aliado. Teje la tela de araña con este ingrediente y sus movimientos, calculados, metódicos, recuerdan a los de ajedrez.
Opera en una frecuencia de onda distinta a los demás, de la misma forma que los que hallan algo, siempre caminan rastreando el suelo.
Su quehacer es fructiferamente infructuoso, baldío.
Es una acumulador de negatividad.
Genera campos magnéticos que atraen a la adversidad pero, ay!, en el momento que se concretan y materializan, ya no está en lugar para sufrirlos, trasladando el perjuicio a sus acompañantes.
Por donde pasa, nada vuelve a ser lo que era, restando el brillo a las cosas e infringiendo la sensación ajada y muerta que desprende un paisaje quemado.
El Otoño es el tiempo comprendido desde el Verano hasta el final de la Primavera, hasta que llega otra vez el Verano. La gente quiere sol todo el año. Calor, caravanas y tinto solo o en compañía. Soporta estoicamente sus incomodidades colaterales como una contraprestación propia de la Estación. Existe una predisposición natural ambiental, institucional, Oficial.
El Otoño, es, contrariamente, la temporada donde junto con la caída de la hoja, todo se deprime. Lleva implícito algo de decadencia, agotamiento, de final de ciclo. Hay un mal rollo general, y no está uno para mandangas. Nadie hace proyectos sólidos en estos días. Es un trámite. Solo quieres que pase pronto.
Puestos a elegir, yo lo prefiero en francés: L'Automne, que suena más gutural y benigno. Más cálido y confortable.
El preferido por las personas recias, los rechonchos, que con la excusa del frío que no llega, te vas cargando de chalecos y pellizas arropando con disimulo tus kilitos de más.