sábado, 19 de abril de 2014

EL BESO MORTAL - Robert Aldrich



Estamos ante la clásica película que te recomienda todo el mundo. Todos dicen I Love You y quieren que la veas. Vas al médico con los achaques de la próstata, y, cuando ya te marchas, sin solución,  pero envuelto de buenas palabras, una voz en off te recomienda que no dejes de visionar El Beso Mortal. 

O en la entrevista con el jefe para una revisión salarial, donde nunca se dan las circunstancias favorables para efectuarla y disfrutarla, llegado el caso, como remate y colofón de excusas, te oyes, con una mano ajena apoyada en tu hombro: Galíndez, usted que sabe, no deje de saborear la de Robert Aldrich, aquella de la bomba y tal.


Trata, naturalmente, de lo reacio que debe uno mostrarse a subir a desconocidos en auto-stop. A cualquier hora, y, más, si es tarde y viene lloviendo.  Como, posiblemente,  aconsejaría el turista accidental: "La gente a todas horas te crea problemas y con la llegada de la noche disminuyen las posibilidades de resolverlos. Absténgase, por tanto,...."


Y luego viene bien, para recordarnos, que con las subidas permanentes de la tarifa de la electricidad e intentando zafarnos de ese encarecimiento vergonzoso, con el beneplácito de los gobernantes, en busca de fuentes de alimentación alternativas, seamos prudentes, y, cautelosos y no vayamos más allá de la pila de 1,5 voltios, adquirida, naturalmente, en un bazar oriental.








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