sábado, 1 de noviembre de 2025

Es una lata, el trabajar- Fetichismo del duro, como el turrón Alicante



Menudo mamón. (Si, el Jefe) Yo desconocía, pues el saber es ilimitado, porque no ocupa lugar, el significado exacto de fetichista.
Deducía por su terminación, como machista o narcisista, tratarse de una exacerbación, un abuso, una desviación, pero no lograba hacerme con el término, pero no se me olvidará. Seguro.

 A la vuelta de un fin de semana movidito, me entregó tres pares de diminutas bragas acompañando el gesto con el diminutivo cariñoso de mi nombre, como suele hacer para solicitarme, siempre, algo extra laboral: Toma, "Ful", ponme esto a buen recaudo.

Recogí aquellas prendas con un cierto asco, y, más, adivinando el traqueteo y la violencia que habían sufrido.

 Pasados unos días interesose por la mercancía, y, al devolvérselas debidamente lavadas / perfumadas, entró en cólera, para acabar sollozando, y, entre exabruptos, exclamarse, que has hecho, desgraciao, has dilapidao todo su valor, les has quitao la sustancia. Un guarro, vamos.

Fulgen.

Es una lata, el trabajar - Trumpet Grinder Swing



Que estamos en el final del negocio de la música lo saben bien los grabadores / editores, resignados o no, que son los primeros que notan el cambio de conducta social.
La tecnología nos sobrepasa en una sofisticada forma de esclavitud y se ha caído el mercado.

O, al menos, como tradicionalmente era. Recordémoslo, nunca está de más: Se trataba de acudir a una tienda de discos, extinguidas, como se asiste a una pesca salada (establecimiento en proceso de abolición) pero en lugar de pedir un kilo de la parte del lomo de bacalao en trocitos para freír, pedías el último de Juan o Junior y te ibas con Andurinha, y, esa cara, de tonto complacido, que aflora cuando nuestros deseos son atendidos por los dioses de las compra.

Ahora, algunas productoras ya no editan los cds. Los meten en no se donde, cuando a través de estar dado de alta con no se quien, puedes escuchar lo que te venga en gana, a la manera de una radio, y, te puedes fabricar, tu, el disco. 
Pero ahí va la pregunta: ¿Qué hacemos con la rutina de comprador heredada, que tantas satisfacciones nos había proporcionado? y por consiguiente, ¿Dónde metes la nariz para disfrutar del olor de los antiguos discos de vinilo? En el chichi de la Bernarda?
Fulgen.